lunes, 13 de junio de 2016

Puro fuego (relato)

Las sombras del pasado me asaltan en la oscuridad de mi morada. Mientras intento recuperarme de mis heridas físicas, las del corazón me hieren como no lo ha hecho ninguna arma.

Es un dolor sordo y frío que se me clava en las entrañas emulando a la guadaña. Prefiero el gélido toque de la muerte que esta agonía sin fin. Pero la calavera se niega a acudir a mí.

Aún arde una pequeña llama en mi pecho. Y es esa llama la que no me deja olvidar. En ese pequeño fuego es donde puedo revivirlo. Entre sus menguantes llamas.

No puedo dejar de escuchar los gritos y lamentos de mi familia. Huelo la sangre derramada y mi boca se llena con el sabor amargo de las cenizas.
Puedo ver las llamas arrasándolo todo a mí alrededor.

¿Por qué querían matarnos? ¿Por qué?

Ellos vinieron con sus armas para masacrarnos. Vinieron en mitad de la noche mientras dormíamos.

Querían exterminarnos y borrarnos de la historia.

Casi lo consiguen.

Sólo yo sobreviví.

Y ahora estoy pagando el precio por ello.

Los recuerdos.

No puedo borrar las imágenes de mi torturada mente.

Veo a mi compañera caer mientras la matan a traición.
Me veo a mí superado por mis numerosos enemigos.
Veo a mis hijos pequeños muertos a mis pies. Sus ojos me miran implorando una ayuda que no he podido darles.

Lloro lágrimas de sangre por la pérdida de mis seres queridos. Pero lloro aún más por no haber perecido junto a ellos.

Mis enemigos me han dado por muerto. Pero la muerte no me ha querido.

Ha preferido dejar que me pudra en la oscuridad torturado por la impotencia de fallarle a los míos.

Espero que mi hora llegue pronto.

Deseo la muerte.

Las sombras se cierran sobre mí como una mortaja.

Me dejo llevar. Sólo quiero partir y estar con los míos.
Mis ojos ya no ven nada. La pequeña llama de mi pecho se apaga.

Aún puedo ver algo dentro de los rescoldos.

Una imagen.

Los ojos de mis hijos pidiendo ayuda.

Algo explota dentro de mí.

Furia.

Odio.

Venganza.

Ira.

Mi pecho se inflama.

Noto el calor que se genera en mi pecho y amenaza con abrasarme.

Mis venas llevan todo ese fuego a través de mi sangre.

Mis venas se convierten en mechas que se queman al paso del torrente ígneo.

La ira se propaga por mi cuerpo arrasando todo el dolor.

Nada puede detenerme. No hay miedo ni dudas. Solo una ardiente determinación de cobrar venganza. Dispuesto a pagar el precio que sea. Pues quien no tiene nada que perder cuenta con el poder de la desesperación.

Pero no debo engañarme. Si bajo la guardia, si me dejo llevar me calcinará. Me consumirá por completo dejando solamente cenizas tras de mí.

Pero si soy capaz de controlarlo podré volar. Volar hasta las estrellas. Iluminar el firmamento. Y calcinar a mis enemigos. Calcinarlo todo.

No tengo mucho tiempo. No puedo desfallecer ahora. Tengo que conseguirlo.

Un grito de rabia nace en mi estómago. Me quema la garganta. Sale por mi boca y hace retroceder a las sombras que ahora me temen.

Dejo que la Bestia tome el control. Que el fuego sea la espada para cobrar mi venganza.

Abandono las tinieblas de mi morada.

Remonto los cielos mientras rujo con potencia al firmamento. Ilumino la noche con mi fuego.

El último dragón del mundo morirá luchando.