domingo, 2 de octubre de 2016

Víctima y verdugo (relato)



Estoy muy nerviosa. El corazón me va a mil por hora. Parece que se me va a salir del pecho. El aire nocturno está helado y entra en mis pulmones arañándolos.

La pestilencia de ésta parte dejada de la ciudad me recuerda que tal vez no debería haber venido sola. No a estas horas de la noche. Debería haber escogido otra ruta.

Él sigue detrás de mí. Se mantiene a una distancia prudencial. Como si me siguiera el rastro. Como si me estuviera cazando.

Solamente he podido ver su silueta y parece un gorila. Uno de esos tipos de los puertos que podrían hacer cualquier cosa que quisieran con una chica menuda como yo.

Mejor no mirar atrás y seguir adelante.

Estoy asustada. Casi aterrorizada. No sé lo que va a pasar. Si doblo la esquina rápidamente tal vez pueda perderlo de vista.

Casi tropiezo con una rata inmunda de ojos brillantes. Me tapo la boca para acallar el grito que viene a mi garganta.

Me recupero y sigo caminando.

Mierda.

Me he metido en un sucio callejón sin salida.

Me pongo contra una pegajosa pared. Ocultándome entre las sombras.

El mulo aparece en la entrada del callejón. Estoy atrapada.

Se acerca a mí riendo y extendiendo sus brazos hasta casi tocar las paredes con sus manazas de bruto.

Se acerca más y más. Y entonces me habla con una voz gruesa y etílica.

-¿Que hace una chica como tú, sola a estas horas de la noche?-Me dice con una sonrisa animal.

Dios santo. También huele como si fuera uno. Su olor corporal eclipsa la peste del callejón.

No me atrevo a separarme de la pared. Y él se aprovecha apoyando sus enormes brazos contra el muro. Uno a cada lado de mí dejándome encerrada dentro de su abrazo de oso.

Me siento paralizada ante semejante bestiajo.

Se me acerca. No puedo moverme. Noto su apestoso aliento en mi cara.

-¿Cómo te llamas guapa?

Quiero vomitar.

-Me llamo Mariposa.- digo temblorosa.

-¿Y por qué ese nombre?

Entonces saco la navaja de mi bolsillo y le asesto una puñalada en el corazón.

El muy idiota pone cara de asno mientras cae de rodillas ante mí.

Ya no hay miedo, solo ira. Una ira fría.

Le apuñalo la cara y el pecho varias veces. Es mejor que crean que ha sido un crimen pasional.

Estoy cubierta de sangre. El brazo me arde del esfuerzo.

Respiro profundamente. Quiero disfrutar el momento. Sentir la liberación.

Me marcho dejando el cuerpo a merced de las ratas.

Uno menos. Aún es pronto para que los maderos me busquen. Quedan tres más.

Cumpliré mi venganza por todo lo que me hicieron. Por todo lo que le han hecho a esta ciudad.

Empiezo a pensar en mi siguiente objetivo.

La mariposa volverá a volar pronto.

En esta ciudad todos somos víctimas y verdugos.





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