Me gustaría contar la historia de un hombre.
Un hombre considerado un ejemplo a seguir por muchos y un Dios entre
la humanidad por otros. Un hombre que no es del todo un ser humano,
pues su origen proviene de un lugar lejano. Un lugar que está mas allá
de las estrellas. Un lugar del cielo.
Un hombre que sería la inspiración para grandes historias.
Un hombre.
Su venida era tan esperada que una estrella cruzó el firmamento
como un cometa, anunciando su llegada a esta tierra para guiarnos.
Y la estrella llegó hasta unos padres que no tenían hijo pero
deseaban uno con todo su ser.
Así fue como el hijo de Él fue criado sin la presencia de su padre
por una familia humilde que trabajaba con las manos para poder comer.
Un entorno rural donde aprendió el significado del
trabajo duro y el respeto por los hombres que se ganan el pan con el
sudor de su frente.
En este lugar fue criado. Criado por un padre que no era su padre. Un
padre que lo vio hacerse más fuerte, convertirse en un
hombre justo, un hombre de bien.
Un hombre que descubrió que no era del todo normal. Pues era capaz
de obrar prodigios, capaz de obrar milagros imposibles para el resto
de los hombres.
Con semejante poder en las manos y abrumado por ellos, marchó de casa
en busca de respuestas.
Viajó y viajó hasta que llegó a un lugar desierto donde el
silencio era promesa cumplida. Y en la soledad del mundo escuchó la
Voz. La voz de su verdadero padre. La voz de aquel que está más allá del cielo.
Él le reveló su verdadera naturaleza, su verdadero linaje. También
le contó de lo que era capaz y que había sido enviado a este mundo
de hombres para ayudarlos. Para que se convirtiera en un símbolo. Un
símbolo de paz, bondad y fraternidad entre los pueblos de la
humanidad.
Y así lo hizo.
Durante sus viajes conoció a numerosos amigos que se unieron a su
causa. Amigos de toda clase, profesión y tipo. Uno de ellos cargado
de remordimientos y oscura culpa que se convertiría en uno de los
más cercanos.
Y todos ellos formaron una compañía, un grupo, una liga que buscaba
salvar a la humanidad. Buscaba salvar el mundo.
Tampoco faltaron los enemigos. Enemigos que querían verle caer. El más peligroso de ellos era muy rico y estaba empeñado en que no cumpliera su destino
de salvador.
Pero nada puede hacerse con alguien tan íntegro y puro que está
dispuesto a sacrificarse por el bien de los demás. Alguien dispuesto
a salvarnos a todos.
Los años pasaron y como todo hombre, se enamoró. Se enamoró de una
mujer, una mujer mortal que siempre estuvo ahí cuando él tropezó. Siempre estuvo
para sostenerlo cuando sus fuerzas flaqueaban. Una mujer que estaría
a su lado hasta el fin.
Y entonces llegó el día. El día en el que se convertiría en el
símbolo que recordarían generaciones y generaciones de hombres.
Haciendo gala de un gran sentido de la responsabilidad recibió
estoicamente el manto del elegido. Un manto que era más que una sábana o una capa. Un manto que lo convertiría
definitivamente en algo más que humano. Algo que lo separaría del
resto de la humanidad para ensalzarlo como algo más. Algo que
velaría por el bien de la humanidad.
Y fue la mujer que amaba la encargada de llevar las noticias de su
cambio. Encargada de contar su ascensión a los cielos.
Y desde los cielos nos custodia como un hombre protector de sus
hermanos.
Y cuando alguien lo necesita siempre mira a los cielos pidiendo su
ayuda.
Pidiendo la ayuda de un hombre que se crió entre ellos pero no era
tal.
Un hombre que encarna la justicia, la bondad y el bien.
Un hombre.
¿De quién trata esta historia?
Mira la foto y decide.
¿Hablo de Superman o de Jesucristo?
Cuando lo tengas claro... Vuélvete a leer el texto como sí hablará del personaje que no escogiste.
¿Sabes ya sobre quién trata la historia?
Mira la foto y decide.
¿Hablo de Superman o de Jesucristo?
Cuando lo tengas claro... Vuélvete a leer el texto como sí hablará del personaje que no escogiste.
¿Sabes ya sobre quién trata la historia?