domingo, 2 de agosto de 2015

3.000

Todo empezó con una luz. Una pequeñita, casi minúscula luz en medio de la inmensa oscuridad.
Una valiente vela que se enfrentaba a la nada bien erguida y con el pecho henchido, como solo el nacimiento de algo puede hacerlo. Desafiando a lo desconocido. La esencia misma de la creación, la esencia misma del principio. Un pequeño génesis capaz de conmover a un alma que esté dispuesta a contemplar tal belleza.

Y de esa pequeña estrella, de ese brillo en el oscuro firmamento surgió la chispa.

Esa chispa que nace, como cuando dos miradas se cruzan, como la primera vez que se rozan unos labios, como cuando dos corazones conectan y laten al mismo ritmo.

Así empezó todo.

Con fuego. Con luz.

Algo que brota del alma de uno mismo. Un pedacito de alma que dejas ir esperando que alguien lo recoja. Que alguien lo cuide. Que alguien lo disfrute.

Así fue.

Y es que por increíble que parezca, esa pequeña vela atrajo la atención de otras que estaban más allá del oscuro velo. De manera misteriosa otras luces empezaron a iluminar la nada.

Al principio eran muy pocas, no más de cinco o seis. Pero poco a poco otras fueron llegando. Como tímidas luciérnagas que iluminan la noche estival.

Únicas testigos de que algo realmente hermoso se estaba gestando. Algo capaz de despertar ideas, algo capaz de despertar emociones, algo capaz de combatir a los demonios de la oscuridad vacía del corazón.

Algo capaz de liberar la mente para volar. Volar muy alto.

Y es que contra más altura adquiría, más y más luces llegaban. Todo un firmamento celestial iluminado por centenares de estrellas. Centenares que pronto se convertirían en millar.

Un millar de faros que traían consigo perplejidad, optimismo y esperanza. La esperanza de que los sueños se pueden cumplir. De que el limite está más allá de las estrellas y que las sombras que nos entorpecen las creamos nosotros mismos.

Contra más luces llegaban menos sombras había. El primer millar atrajo al segundo y el segundo al tercero.

Tres millares conformando un bonito tapiz de luz sobre un fondo cada vez menos negro.

Tres millares de ojos intentando salir del vacío para encontrar algo. Algo que merezca la pena contemplar. Algo que merezca la pena leer.

Tres mil estrellas tiene mi cielo. 3000 pequeños astros que iluminan mi firmamento particular.

3000 visitas en mi blog.

Gracias por volar a lomos del Fénix y coger alguna de sus plumas.

Gracias por leerme.

Vamos a por las 4000.


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